Su nieta Nati y su nieto Vicent escriben:
Vicente Mollá Galiana nació en Ontinyent el 20/09/1907. Su padre Vicente Mollá Olcina y su madre Concepción Galiana Donat.
Fue el mayor de 4 hermanos, Vicente, Enrique, Concepción y Esperanza.
Su profesión fue la misma que venía siendo la de su padre, ebanista y trabajaba por cuenta propia.
Era simpatizante del partido socialista y llegó a ser concejal del ayuntamiento de Onteniente por este partido.
Contrajo matrimonio con Consuelo Gandía Ferrero el 01/03/1935 y de esta unión nació su única hija Concepción Mollá Gandía.
Fue acusado, falsa y desgraciadamente, de adhesión a la rebelión y condenado a muerte por ello en fecha 06/07/1939 habiendo finalizado ya la guerra civil española.
Fue ejecutado el 06/11/1939 y enterrado en una fosa común en el cementerio de Paterna junto a otros muchos fusilados ese mismo día.
Dejaba viuda a su mujer y huérfana de padre a su única hija de 3 años, que apenas tuvo tiempo de conocer. Dos mujeres que en los tiempos de posguerra y no siendo del bando vencedor, se las tendrían que apañar para salir adelante.
Poco se puede decir de una persona a la que no hemos conocido, la verdad.
Ni siquiera nuestra madre conoció a su padre… ya que ella tenía 3 años cuando lo asesinaron.
Aún así la figura de nuestro abuelo Vicente ha estado más presente en nuestras vidas que la de muchos otros abuelos que hayan podido disfrutar de sus familias.
Lo poco que sabemos de nuestro abuelo es por lo que nos han podido contar nuestra abuela, evidentemente, y personas que lo conocieron en vida. También personas que han indagado en el pasado e historia de nuestro pueblo y que han llegado a publicar libros en los cuales se habla en algún capítulo de él.
Nosotros lo que siempre recordaremos es que desde bien pequeños nos llevaban al cementerio de Paterna el día 1 de Noviembre, hiciera buen tiempo, mal tiempo, lloviera o cayera granizo. Era visita obligada.
Y allí íbamos nuestra abuela Consuelo, nuestra madre Conchita, nuestro padre Ramón (cuando su trabajo se lo permitía) y nosotros dos, sus dos nietos Vicente y Nati.
Y el viaje hasta Paterna desde Ontinyent era toda una odisea porque no había las comodidades que tenemos hoy en día.
Comenzaba en Ontinyent con el autobús de línea regular hasta Valencia. En la estación de autobuses de Valencia cogíamos otro autobús que nos llevaba a Paterna. Y desde dónde nos dejaba este último hasta el cementerio había un buen tramo que hacíamos a pie.
Esto no parece muy difícil pero si le sumamos que llevábamos cubos con agua y flores para, una vez en el cementerio, arreglar la lápida… la cosa cambia y mucho.
Nada era más importante, ese día, que ir al cementerio de Paterna. Igual daban los familiares enterrados en el cementerio de Ontinyent… nosotros teníamos que ir a Paterna.
Es ese recuerdo que no se te olvida ni pasados 50 años.
Era lo único que podíamos hacer por el padre y abuelo que nunca llegamos a conocer.